sábado, 9 de junio de 2012

Libro en blanco con palabras del olvido.


Miraba la portada de un libro en blanco y añoraba cada palabra que borró la soledad del rincón de su estantería polvorienta. Sobre una de las pocas páginas que quedaban aun escritas derramó dos lágrimas furtivas que hicieron brotar en el papel fotos del álbum donde guardaba unas fotos borrosas tomadas solo en su cabeza y que aparecían en su cerebro, justo en el hueco que dejaba entre los sueños y el recuerdo de una noche en la que contaba coches azules y rojos sentado frente a la carretera. Ya no podía soportarse a sí mismo, y por no escucharse cogió su libro y salió a caminar por andenes de estaciones fantasma por las que perseguía el fantasma que subió a aquel tren que se llevó su vida. Quería solamente volver, aun a sabiendas de que después debería irse de nuevo, pero prefería encontrar en las nubes aquella sonrisa perdida y después recibir la lluvia en un rostro que ha amado por un instante a ver únicamente un Sol que no calentaba su anhelo ni le dejaba sentir el frío de su soledad. Quería solo vivir en su vida de otro tiempo, el tiempo en el que su vida era morir poco a poco sin saber que sería ese el único tiempo en el que sabría vivir sin mirar atrás o adelante en un camino en el que iban juntos caminando y en el que solo existía el horizonte que él dibujaba en el cielo. Supo aquel día que era momento de dejar de perder intentando engañarse creyendo que podía ganar en una carrera en la que caía a cada paso; para ello no tuvo más remedio que asumir su derrota ante el amor y el olvido. Ahora sabía que era lo que podía esperar del resto de un mundo en el que ya solo existían sombras entre las luces que veía en los espejos retrovisores, en un mundo en el que el túnel se alargaba más allá de lo que su vista alcanzaba y del que solo podía salir asumiendo que había entrado, en un mundo en el que observaba a cada vistazo un alma que ya no sabía querer, un corazón que no podía seguir latiendo, una guitarra que ya no sabía llorar, y detrás de todo aquello, la esperanza de encontrar algún día unos ojos que hicieran correr el sentimiento del letargo tocando a su fin, esperanza de encontrar el final de su libro en blanco y las primeras palabras de un libro con miles de palabras por escribir, esperanza de escuchar en el fondo de su canción un grito en cada silencio, esperanza de comenzar de nuevo a morir para dejar de perder la vida.