miércoles, 22 de mayo de 2013

Insomnio

Este insomnio mañanero que no me deja descansar después de mis noches sin sueños me obliga a ver amaneceres que matan de soledad a la Luna. Contando estrellas desde mi ventana llena de nubes descubrí que cada rayo de luz lo escupían melodías desafinadas. Dejaba caer lluvia seca de agujas que mojaban mis lágrimas de sangre, sangre que tapa las lágrimas cuando ya no lloran más por ti. Miraba mis manos, esas que dibujaban el contorno de mis visiones alucinógenas llenas de música en noches como esta, y ahora  llenas de arrugas tiemblan al enfrentarse solas al vacío de mi vaso lleno de oscuridad, y mis dedos se arrugan por su miedo a las alturas cuando bajan la mirada avergonzados porque les dijeron que no miraran nunca hacia abajo. Solo me queda contar hacia atrás mientras corro a contrarreloj en la cuenta atrás del olvido, mi aliento suspira entre ilusiones desamparadas que quieren seguir corriendo, me empujan, me gritan, me levantan y yo me tiendo en el suelo del sueño en noches como esta, en las que estas lágrimas de cristal llenan mis recuerdos de cristales suicidas, corro descalzo hacia un nuevo sueño que me niega este insomnio mañanero después de toda la noche contando Lunas sin poder dejar de soñar.

viernes, 17 de mayo de 2013

Otra puta rumba

Ya no sé qué susurra mi cara de idiota cuando se acerca a mis manos para protegerse de un Mundo que se esconde detrás de mis dedos. Dedos que sostienen aferrándose a su poca vida la única estrella que han guardado nuestros recuerdos marchitos que me escupen jarabe de litrona en parques sin música. Allí nos quedamos mi conciencia mareada y la soledad de mi mano, en el mismo suelo donde dibujaba pentagramas de colores debajo de mis pies, terminando la conversación en un silencio que confirma que se acaba un pasado que no llegó a pasar entre tus manos. Ahora que llegan guitarras como olas gigantes que rompen en los cristales de tus relojes de arena y no los paran, no se detienen, no saben hacer una noche perpetua, se me escapan cuando el amanecer corre más que todos nosotros tirados en un rincón de esta ciudad manchada de mañanas sin noches que limpien las sonrisas de sus sueños. Es el momento en que mis dedos esperan que las notas los empujen con la fuerza de un viento del sur de tu garganta y les lleven a las cuerdas de la auto compasión, pero de un tiempo a esta parte solo miran como se alejan en susurros de soledad sus esperanzas de encontrar en tu guitarra otra puta rumba.