viernes, 17 de mayo de 2013

Otra puta rumba

Ya no sé qué susurra mi cara de idiota cuando se acerca a mis manos para protegerse de un Mundo que se esconde detrás de mis dedos. Dedos que sostienen aferrándose a su poca vida la única estrella que han guardado nuestros recuerdos marchitos que me escupen jarabe de litrona en parques sin música. Allí nos quedamos mi conciencia mareada y la soledad de mi mano, en el mismo suelo donde dibujaba pentagramas de colores debajo de mis pies, terminando la conversación en un silencio que confirma que se acaba un pasado que no llegó a pasar entre tus manos. Ahora que llegan guitarras como olas gigantes que rompen en los cristales de tus relojes de arena y no los paran, no se detienen, no saben hacer una noche perpetua, se me escapan cuando el amanecer corre más que todos nosotros tirados en un rincón de esta ciudad manchada de mañanas sin noches que limpien las sonrisas de sus sueños. Es el momento en que mis dedos esperan que las notas los empujen con la fuerza de un viento del sur de tu garganta y les lleven a las cuerdas de la auto compasión, pero de un tiempo a esta parte solo miran como se alejan en susurros de soledad sus esperanzas de encontrar en tu guitarra otra puta rumba.

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