domingo, 29 de diciembre de 2013

En mi mundo de limón y duermevelas

Si su recuerdo no envejecía, si sus efímeras manos de brisa del mar acariciaban arena entre rocas de acantilados al cielo, si se dejaron el cajón donde guardaban mi olor abierto para que pudiera llegar a tocar las cortinas de un olvido claustrofóbico al que habían encerrado con las ventanas sin abrir... ¿A quién he de mirar entre Luna y estrellas? ¿A dónde ir entre nunca y hasta luego en la frontera del amor carcomido de salón, manta y medios sueños de siesta? ¿Por qué tengo que callarme cuando estas manos dormidas siguen gritando de puño y letra la verdad a vuestro credo dormido entre convención y costumbre? 
Iré andando, soñando que sigo durmiendo, limpiando las lágrimas de los pequeños despojos de conciencia que fui perdiendo con las pesadillas de otras primaveras. Ahora que sabéis quién es el verdugo que ejecuta sentencias con cada punto y seguido seguidamente me voy a volar, a controlar el aire y el mar de mi alma, a caer en agujeros de colores y vida por el propio peso de mi sino, a morir viviendo cada día una vida nueva, cada día la mierda de otro, cada día vuestro lamento de hipócrita inocencia.
Quizás en otra vida yo era luz, sonido o fiebre. Quizás fui el juicio contra mi mismo de madrugadas como esta en la que temo verme frente a frente, espalda con espada con el cordón que ata mi zapato con mi sueño, o quizás solo quería dormir. Por eso a veces cuando me despierto abro los ojos y miro maravillas, casas en cielos de dulce color melancolía, y a veces caigo al suelo de puro frío e incertidumbre, de calles sin esquinas, de pianos sin teclas negras, de tableros de ajedrez sin peones, de paseos sin mudanzas, de montañas sin minifalda, de recuerdos sin tu piel. 
¿En qué mundo de limón y duermevelas sueñas? Yo vivo en la miel de los ríos de segundas veces. ¿Hacía dónde navega tu voluntad en su velero apagado? Yo bajo hacia el mar de hazañas de héroes de otro tiempo, cuando el amor estaba desnudo y la pasión danzaba en taparrabos. ¿En qué cielo azul marino refleja tu llanto el mar? Yo vuelo entre el humo del cigarro de mi envidia, yo vuelo entre flechas de fuego lanzadas hacia mentes mojadas de engaño, yo vuelo hacia bares de a cincuenta céntimos la lágrima, y después de cuatro o cinco cafés, me voy volando para no encontrarme.

domingo, 14 de julio de 2013

De sus restos

¿Qué queda del adolescente simulacro de poeta que con lápiz y guitarra escribía notas en un cuaderno que leían los que miraban en su boca la letra de otra canción? No queda miedo de mensajes perdidos en una botella de ron, no queda amanecer sin cosquillas, no queda anochecer con mañanas sin desayuno de sueños. No quedan signos de interrogación circulares en la línea 6, no quedan escaleras sin veranos que llevaban a las nubes para dejar de ver las estrellas de cerca, tocarlas con sonrisas y caer con lágrimas suicidas de soledad. No quedan palabras, no queda papel, no queda lápiz, no queda locura, queda fuerza y, entre sol y sol, compañeros fantasmas de tascas sin cerveza en sus neuronas le enseñan que queda luz de cristal que se rompe bajo cada puente de madrugadas sin adjetivos. Otra ronda corre de su cuenta mientras espejos de humo y niebla reflejan bailes sin música en lo que esperamos otro poeta que escriba de su puño y guitarra en su cuaderno una canción, mientras una canción espera una guitarra para despertar los despojos de cualquier poeta.

martes, 9 de julio de 2013

En tu orfanato

Listas de cosas por hacer escritas con ojeras de noches para olvidar lo que olvidaste hacer el día en que mirabas sin vergüenza las ventanas de esos orfanatos de ideas huérfanos de cimientos. Tras la luz tenue en tu mesa miras ahora el paisaje desde la habitación 829 esperando a que cada pared ceda en un terremoto sin fuerza entre un mar de mentira y un cielo mentiroso. Melodías desafinadas en pianos a medio afinar sacuden un pensar que no despierta y no huele la necrosis a la que somete a su vieja juventud, que, perdida en reuniones con traje y canapés entre una culpa que no existe y una angustia que llegará tarde, baila al son de la música olvidando que alguna vez fue joven. A veces, unas pocas, el cantante deja el piano, se levanta y grita, sus ojos lloran veneno y su cuerpo respira paz, entonces se escucha su canción de valor desmedido entre los cobardes de otra tarde que se habían cansado de esperar a que otro gallo cantara mientras se quedaban afónicos por los gritos de su indiferencia a la soledad del que no vivió con otro objetivo que seguir viviendo mañana. Ahora los pocos locos cantantes ya no lloran, ya no gritan, solo tocan su piano a medio afinar, esperando que un terremoto sin fuerza tumbe las paredes del bar donde cada noche tratan de olvidar lo que olvidaron recordar entre los suspiros de cada idea borrada con canciones de cerveza.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Insomnio

Este insomnio mañanero que no me deja descansar después de mis noches sin sueños me obliga a ver amaneceres que matan de soledad a la Luna. Contando estrellas desde mi ventana llena de nubes descubrí que cada rayo de luz lo escupían melodías desafinadas. Dejaba caer lluvia seca de agujas que mojaban mis lágrimas de sangre, sangre que tapa las lágrimas cuando ya no lloran más por ti. Miraba mis manos, esas que dibujaban el contorno de mis visiones alucinógenas llenas de música en noches como esta, y ahora  llenas de arrugas tiemblan al enfrentarse solas al vacío de mi vaso lleno de oscuridad, y mis dedos se arrugan por su miedo a las alturas cuando bajan la mirada avergonzados porque les dijeron que no miraran nunca hacia abajo. Solo me queda contar hacia atrás mientras corro a contrarreloj en la cuenta atrás del olvido, mi aliento suspira entre ilusiones desamparadas que quieren seguir corriendo, me empujan, me gritan, me levantan y yo me tiendo en el suelo del sueño en noches como esta, en las que estas lágrimas de cristal llenan mis recuerdos de cristales suicidas, corro descalzo hacia un nuevo sueño que me niega este insomnio mañanero después de toda la noche contando Lunas sin poder dejar de soñar.

viernes, 17 de mayo de 2013

Otra puta rumba

Ya no sé qué susurra mi cara de idiota cuando se acerca a mis manos para protegerse de un Mundo que se esconde detrás de mis dedos. Dedos que sostienen aferrándose a su poca vida la única estrella que han guardado nuestros recuerdos marchitos que me escupen jarabe de litrona en parques sin música. Allí nos quedamos mi conciencia mareada y la soledad de mi mano, en el mismo suelo donde dibujaba pentagramas de colores debajo de mis pies, terminando la conversación en un silencio que confirma que se acaba un pasado que no llegó a pasar entre tus manos. Ahora que llegan guitarras como olas gigantes que rompen en los cristales de tus relojes de arena y no los paran, no se detienen, no saben hacer una noche perpetua, se me escapan cuando el amanecer corre más que todos nosotros tirados en un rincón de esta ciudad manchada de mañanas sin noches que limpien las sonrisas de sus sueños. Es el momento en que mis dedos esperan que las notas los empujen con la fuerza de un viento del sur de tu garganta y les lleven a las cuerdas de la auto compasión, pero de un tiempo a esta parte solo miran como se alejan en susurros de soledad sus esperanzas de encontrar en tu guitarra otra puta rumba.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Nota de aviso una Nochevieja


Y su garganta como una muerte a cuchillo escrita a vuelapluma clava miradas en mi guitarra, sonidos en mi frente y campanas en un corazón palpitante al compás de las vueltas de su ruleta rusa. Cuando suenen los cuartos que me avise un primo que yo ahora quiero pensar, pensar en mi almohada fría por el lado en el que no apoyo tus recuerdos, vacía de olvido y llena de secreto. La ventana abierta deja salir la poca nieve que sale de las nubes de mi cerebro, congelado, dormitando y tratando de despertar soplando a los pulmones del pecho que duerme en tu regazo. Pájaros en mis dedos emigran desde mi salón hasta tu espalda en época de invierno, buscan el calor, buscan el radiador de unas caricias dirigidas al sur por la rosa de los vientos. Miro atrás y no escucho, a tientas avanzo sin espejo retrovisor, sin curvas en el camino y sin carteles que anuncian las curvas en mi cama. A veces río solo y a veces soy el chiste, a veces muero de risa y a veces vivo por que ríais a mi lado. A veces caigo del cielo y, a veces, vuelo al infierno. A veces quiero escribir, a veces he escrito lo que quiero para que lean mi nota de aviso. Despiértenme cuando llegue la primavera en mi cama.

martes, 26 de marzo de 2013

Pelea (II)


¿Saben esa oscura y tierna sensación de que piensas una vida que no sabes vivir? En ese momento en el que te escupes broncas frente al espejo en tu examen de conciencia y piensas que a partir de entonces todo puede ser lo mismo y diferente. Me duele la cabeza y la toalla se tiró hace tiempo, está cansada de tanto secar mi falta de amor propio. Sigo navegando en barcas sin remos por corrientes difusas en lagos de remordimientos porque alguien decidió tirar de la cadena. Solo quiero romper con todo y dejarme atrás y soy el mono de la foto que se tapa los oidos para no escuchar lo que dice el que se tapa la boca. Si no puedo mover de su sitio las piedras que tapian mi ventana sin salida para qué luchar en la calle con mi miedo. De batallas perdidas en causas injustas muchos héroes creyeron ser salvados por quien de verdad eran; solo se levantaron para sobrevivir como las ratas que se colaron por el agujero del órdago al mérito ganando sin juego y con pares guarros. Al final acabas siendo el que no te gusta ser, juegas al mismo juego persiguiendo un sueño que no llega porque tu indiferencia y mediocridad hacen las mismas trampas una y otra vez. Hay quien dice que cuando vives te dedicas a caminar eligiendo caminos, pero se tumban a esperar que el camino se mueva hacia atrás bajo su sofá, viendo pasar la publicidad a medida que cambian de canal y la indignación crece al ver lo que hacen un grupo de infelices tumbados al otro lado del cristal. Poco dura la sesión de autocrítica en la memoria de un cerebro marchito de ideas contra su rutina diaria de acoso y derribo a la demencia.
Leemos lo que escriben, admiramos su genialidad, adoramos su palabra profunda y sonora y no cogemos el lápiz para escribir nuestro cuento de falta de talento sin contrastar. Miramos con gusto la música que sale de las manos del pianista de tercera del bar, y frustrados por sus teclas ágiles entre los dedos decidimos tapar el piano de casa para que no coja polvo mientras nos tomamos la última sin ganas de llorar.
Tranquilo, sentado, reposando mi derrota en el banco de la estación en mi vuelta al letargo de la ignorancia, veo pasar los trenes sin cambio de horarios, y mi escaso margen de locura grita desesperado y aburrido: levántate y corre para que yo por lo menos pueda huir de este calvario... Sigo esperando que un dolor me estremezca hasta levantarme con el susto de mi propio llanto, sigo esperando salir y correr detrás de la oportunidad de no ser otro idiota del mundo, sigo esperando a que mi demencia y mi coherencia ganen la batalla contra la soledad del meditabundo escritor de diarios prohibidos... Sigo esperando y mientras pienso miro el reloj de la estación que avanza quieto hasta la hora del próximo tren, y lo miro fijamente, tranquilo, mientras la toalla cae al suelo de mi mañana una vez más, y al amanecer sigo en mi banco, sentado para poder levantarme el día en que gane la batalla con mi miedo al miedo.

Pelea


Te golpea y te caes. Te levantas y peleas, lo miras a los ojos, siempre te golpea en el mismo lado de tu cabeza llena de preguntas. Te levantas y peleas, intentas avanzar y quitártelo de encima, pero siempre puede más y te da siempre donde sabe que te duele. Te levantas y peleas, porque no puedes hacer otra cosa, porque sabes que tu idea de huir a un pasado que no recuerdas es la locura de pensar que en ese día no te golpeaba, hasta que te despierta de un nuevo golpe. Te levantas y peleas aunque sabes que no puedes ganar, cuando sabes que el miedo al miedo es más fuerte, cuando tu alma grita pidiendo ayuda a unos espectadores que apostaron todos en tu contra, y se llevarán el bote porque no puedes vencerlo ni esquivarlo, porque estás inmóvil y solo piensas en que no te puedes mover. Tu hipocresía te gana batallas y te escupe declarando nuevas guerras cuando estas en el suelo. Tú eres el único que entiende que no hay victoria posible, aunque algún iluso novato en sus apuestas te marca como vencedor, y luego trata de sacarte del tumulto cuando estas sangrando esperanza, cuando tu mirada refleja que te has conformado con seguir perdiendo, pero te levantas y peleas. Sigo esperando a ese iluso que me despierte de una buena hostia. Sigo esperando aquel que me de una cerveza y fuerza para vencer a mi hipocresía, y para acojonar a mi miedo al miedo con respuestas a las preguntas que te golpean y te mantienen en el rincón cubriéndote los oídos y tratando de seguir en pie hasta que suene la campana. Sigo esperando que ese iluso sea mi pepito grillo vestido de amigo imaginario. Mientras espero solo puedo seguir adelante, porque me golpea y me caigo, pero yo me levanto y peleo.