martes, 9 de julio de 2013

En tu orfanato

Listas de cosas por hacer escritas con ojeras de noches para olvidar lo que olvidaste hacer el día en que mirabas sin vergüenza las ventanas de esos orfanatos de ideas huérfanos de cimientos. Tras la luz tenue en tu mesa miras ahora el paisaje desde la habitación 829 esperando a que cada pared ceda en un terremoto sin fuerza entre un mar de mentira y un cielo mentiroso. Melodías desafinadas en pianos a medio afinar sacuden un pensar que no despierta y no huele la necrosis a la que somete a su vieja juventud, que, perdida en reuniones con traje y canapés entre una culpa que no existe y una angustia que llegará tarde, baila al son de la música olvidando que alguna vez fue joven. A veces, unas pocas, el cantante deja el piano, se levanta y grita, sus ojos lloran veneno y su cuerpo respira paz, entonces se escucha su canción de valor desmedido entre los cobardes de otra tarde que se habían cansado de esperar a que otro gallo cantara mientras se quedaban afónicos por los gritos de su indiferencia a la soledad del que no vivió con otro objetivo que seguir viviendo mañana. Ahora los pocos locos cantantes ya no lloran, ya no gritan, solo tocan su piano a medio afinar, esperando que un terremoto sin fuerza tumbe las paredes del bar donde cada noche tratan de olvidar lo que olvidaron recordar entre los suspiros de cada idea borrada con canciones de cerveza.

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