domingo, 20 de diciembre de 2015

Levad anclas

Con mis falsas esperanzas rotas en una negligente madurez prefabricada, miro a mi pasado sin ver el presente que me echaron unas cartas de poker cuando, entre cerveza y resaca, tratábamos de leer el futuro. Si bien vuelvo a coger el papel y desenvaino lapices de sentimientos escondidos en madera, sueño con aquel yo que se desangraba a sí mismo en cada hoja, escondiendo sentimientos en anagramas mal compuestos que dejaban ver a plena luz su alma. Mi compromiso irrevocable con la mediocridad no me ha traído más lejos que al sitio del que partía, y aun no veo puerto entre miles de faros que pasaban por ser estrellas, reflejos procedentes de errantes sin rumbo en el mar de las dudas, retratos de grandes tortugas marinas nadando en el éter que sostiene nuestros mundos, el vuestro, el mío, el de mi yo que no conozco y el de mi yo que quiere conocerme. 

Comienzo esta noche un pacto honrado con mi sino por darle un lugar confortable en mi mente sobre el que descansar, mientras espera a que mis manos y yo lleguemos hasta él escribiendo otra adivinanza sin solución. Empiezo hoy a preguntarme qué es mentira, como solía hacer cuando no sabía la verdad. Cuando estas palabras torturaban a mi cuerpo a base de impulso y de rabia, de luz y de espejos que se rompían al chocar con la contradicción, y me sabía más cerca de abandonar la incertidumbre a medida que leía la ignorancia que dejaban mis noches tras de sí. 

Este será a partir de ahora mi lugar de culto, donde la única premisa válida es que todo lo arriba expuesto no es válido más que en la primera forma en la que llegó a tus ojos. Este será ahora mi escondite para mostrarme todo lo que me escondo cada día ante la vista de todos. Este oscuro pequeño mundo escrito, reaparece ante mis ojos tapados con la venda de un mercado de tinieblas. Este es mi nuevo diario en la travesía que empiezo hoy hacia un lugar al que me gustaría volver, un lugar en el que nunca he estado, un lugar con el que sueño cuando duermo en él, y sé que el viaje, merecerá la pena. 

¿Vienes?

D.Caro



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