lunes, 25 de abril de 2016

El precio de tu rescate

Cuando me arropaste entre tus miedos con un pestañeo no esperaba conocer el abismo tras tus pupilas. Cuando sonreíste de nuevo al ritmo del silencio, cuando al girar en tu torpe baile de primavera nos caímos hacia las nubes, no quise darme cuenta de que mi sustento era la lluvia que caía con nosotros. Te busqué tantas veces después de encontrarte, que ahora me pierdo en mis recuerdos difuminados en la ventana, y tú no me encuentras en los tuyos. Si hubiera podido aferrarme a una sola historia de las que cuentas entre memorias, confesiones y diarios sin escribir, quizás notarías mi frío cuando respiras del mismo tiempo que se acabó antes de empezar.

Sale de nuevo el Sol que ilumina nuestras lunas, centellean estrellas en el reflejo de los charcos y tú solo puedes seguir andando sin escuchar mis llamadas de socorro desde el otro lado. Me tienes bajo llave en una cárcel sin rejas ni paredes que puedan tapar lo que escribes, cuando susurras lo que sentiste cuando solo yo te escuchaba. Sigo esperando sentado en los andenes de tu sino a un tren sin retraso, soñando con que te despiertas y has pagado los sollozos que pedían de rescate los secuestradores de tus noches sin mí. Despierta por favor, mírate de nuevo, y sácame del otro lado de tu espejo.

D. Caro

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