lunes, 11 de abril de 2016

¿Qué vale nada?

¿Quién da más por nada? Por esa nada que existe en dos velas, tras la llama extinta de fuegos artificiales a medio gas de nubes llorando mares. Por esa nada dimos todo a quien nadie debe más que lo que ganan en apuestas al mejor perdedor los rumiantes de almas y de juegos malabares tras cristales de humo y flores que viven grises por el humo hecho cristales.

¿Qué más da quien dice que no tiene nada? Dice que no sabe lo que quieren decir sus silencios de mentira, su corbata rota que le ahoga en un agua cristalina, en carreras a pleno pulmón de veranos en otra tierra en la que brotaba vida. Ahora la pisan sus zapatos pequeños de payaso, aun con los cordones desatados, pero ya no hay manos en su pecho recogidas, acostadas al compás de su latir de sístole ennegrecida y diástole arrepentida entre sonrisas mal escritas.

¿Cuánto pierdes si este aire ya no vale nada? Si sabes que la luz que proyecta tu sombra nunca se escapa a sus miradas, si entiendes que llorar la lluvia que cae en mi mundo es solo mojar mis entrañas ya mojadas, si puedes volar en el suelo y me crecen alas en cada vaivén de tus pestañas... Entonces mírame mientras despego dejando todo abajo en la estacada, llevándome conmigo todo lo que nunca más que ahora ha valido nada.

D. Caro

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