viernes, 16 de diciembre de 2011

Cadenas de recuerdos, llaves de algodón.

Mis pies siguen parados en un punto en el que yo ya no estoy. Oigo gritos que no escucho, escucho susurros que no puedo oír, intento alcanzarlos, corro y huyo, quiero saber lo que dice quien dice saber lo que soy, y cuando lo alcanzo la misma imagen confusa de mi rostro se desvanece en el espejo. Sigo corriendo y mi conciencia no se mueve, corro encadenado a un recuerdo con cadenas de gangrena que marchitan mis neuronas. Llamo al cerrajero que abra la puerta del recuerdo, con tarifa urgente y gastos de envío me vende mi llave de algodón que llegará en un tren cualquier 30 de Febrero. Mientras espero expectante, solo, tranquilo, con la sonrisa del loco que por saber de su locura no la olvida, les oigo llorar mientras les veo reír, y yo solo quiero acabar, solo quiero volver al principio, al otro lado del cristal antibalas desde donde veía las noticias con mi perro en zapatillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario