sábado, 31 de diciembre de 2011

Antes de nacer, después de dejar de morir.

No busqué que buscarais en una palabra un amigo y en el papel un confidente. No intenté que intentarais quitar de mis mejillas las lágrimas de arena que caen solo en sequía de abrazos. No conseguí que consiguierais vencer a la indiferencia entre el blanco, el negro y el daltonismo en un lugar al aire libre con techo color arco-iris.
Yo, que quería nada más que correr sin saber de dónde salgo y con la esperanza de volver algún día, no encontré el camino que me llevó a ninguna parte. Yo que buscaba saber quien fui aquella noche de mañana, no pude ver quien seré hoy.
Hoy soy el forense que hace la autopsia de mi mente con motosierra y bisturí. Hoy soy el arquitecto que tira los tabiques de mi alma con pico y a cabezazos. Hoy firmo de mi puño y letra mi acta de defunción después de que firmarais con una sangre cobarde y una equis atrevida mi carta de suicidio sin remitente. Hoy tengo lo que no me quisieron regalar pero me dieron, hoy tengo un frío en las uñas de los dedos de tus pies que hace que ardan unas heridas que se abren cuando escuchan lo que escribo. Hoy tengo una nube blanca que vuela a ras de suelo al salir de mi horno crematorio, la guardo en la urna de unas cenizas que escaparon de un cenicero viejo de mi casa de azúcar que un juez sin caries decidió desalojar. Hoy busco saber lo que fui mañana, sin haber encontrado por ninguna esquina lo que seré ayer y me desconcierta no haber sabido que este desconcierto lo escribí yo mismo justo antes de nacer y justo después de dejar de morir.






No buscaba encontrar el Sol cuando miraba hacia las nubes, y me encontré con estrellas sin suerte que buscaban nubes de algodón

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